martes, 28 de octubre de 2008

"LOS FINOS", MI GALLADA




Tengo el grandísimo gusto de pertenecer a una gallada muy especial desde hace más de 8 años. Debo confesar que llegué a ella con mucho temor, pues sabía que estaba conformada por gente algo mayorcita y muy sincera, de esos que te dicen las cosas en la cara amparados bajo el manto de la amistad. Llegué, mejor dicho me invitaron, a raíz de un triste suceso, la partida de un gran amigo y compañero de promoción. Hecho que me inspiró a escribir un poema que luego, no sé como, llegó a manos de su padre, quién sin pensarlo dos veces me llamó para invitarme a su finca. Así fue como comenzó todo una lejana mañana de otoño del año 2000, cuando llegué con mi padre a esas generosas tierras llenas de tanto cariño.
Aunque han pasado ya varios años desde aquel día, todavía me emociono cuando recibo el mail de invitación los viernes, generalmente con estas palabras: "Hay huateque en el bohío". Y no se diga más.
La gallada se reúne algunos sábados cada cierto tiempo en la chacra de Rubén “Chiqui” Chiarella, amigo sincero con pinta de Don Quijote, por quien no encuentro palabras para expresar mi cariño y agradecimiento, además está de más escribirlas. Chiqui no necesita de esas cosas y no le gustan. El sabe lo que cosecha con su humildad y su cariño.
Otro referente de mi gallada es Juani Flores Salleres. Quien fuera patrón y dueño de una lancha y que ahora es patrón de la amistad. Sus grandes manos no alcanzan para contener su franqueza y su corazón forjado entre las olas bravías. Sus consejos, aunque no lo sepa, me han ayudado a enfrentar la vida, esta vida media jodida que me ha tocado.
Está también Don Oscar Castañon Rejas, un gran amigo cuya vocación por la cocina, lo ha llevado a convertirse en el director de orquesta muchas veces a la hora de preparar el potaje de turno.
Los Mellizos Hidalgo Viacava, Jorge y Roberto, grandes personas que nunca vieron en mí a un chiquillo, sino a un amigo con quien conversar y cantar tangos y boleros.
Los hermanos Carlos y Miguel Flores, enormes, con un corazón buenísimo que escapa de sus anchos pechos tacneños.
Don Luis Arratia, más conocido como “El Chusco”, quien fuera un excelente boxeador y que hoy es un buen cantor de tangos. Lo bueno de Don Lucho es que con él no hay pierde, pues si no se acuerda el tango se lo inventa.
Don Carlitos Pittaluga, gallero empedernido, con quien comparto mi devoción por la Virgen de los Gitanos, le bella Macarena. Don Carlos es de esos amigos para los que la diferencia de edad no tiene cabida en el cariño. Así me lo demuestra.
Está también siempre presente Don Juan "Cholo" Eyzaguirre, tacneño hasta la médula y excelente persona.
Alternan de cuando en vez, otros buenos tacneños como Mario Viacava, César Chiarella, Omar Espinoza, Hernán Salinas, Tito Rodríguez, Elfri Jaralmonte, Abraham Jáuregui, Galo Flores Salleres, Oscar y Roberto “Chale” Hidalgo, Luis “La Mulita” Viacava, entre otros que la memoria me oculta.
También tenemos visitas ilustres, ilustrísimas, cada cierto tiempo, como Hernáncito Albarracín, el Dr. Héctor Lázaro, Alvaro Gonzáles, el Dr. Gustavo Liendo, Carlos Pinto, Nolberto Lanchipa con su hijo Tito.
En el recuerdo están siempre presentes el Padre Jesuita Brendan, don Alfonso "Oso" Vargas, don Luis "La Mula" Viacava. Su presencia es inevitable en esas tardes preciosas en medio de las parras.
He querido dejar constancia de mi cariño por mi gallada, en donde no se admiten sombras ni pendencias, si palabras subidas de tono, por algo nos llaman “Los Finos”. En esas reuniones llenas de sabor tacneño al pie del Arunta, las palabras cambian de significado, “huevón” puede significar “te quiero mucho”.
Gracias a Chiqui por el regalo de su amistad y la de sus amigos. Gracias a Gino, su hijo y mi amigo, que sin saberlo me dejó una herencia tan clara, tan buena, tan simple como su noble corazón que sigue, que vuelve, que existe, que ríe transparente cada tarde.