jueves, 23 de octubre de 2008

LANATA VERSUS LUIS BARRIONUEVO: CÓMO PENSÁS VOS QUE TE VE LA GENTE CUANDO ANDAS POR LA CALLE

Fenomenal extracto de una entrevista del gran periodista argentino Jorge Lanata al político y líder sindical Luis Barrionuevo, muy identificado con varios actos de corrupción en Argentina. Barrionuevo es un tipejo que siempre supo estar al lado del poder en el tiempo de Menen y Duhalde y que además tiene frases gloriosas que han pasado a la historia política Argentina como : "en este país trabajando no se gana plata" y "para que Argentina se desarrolle debemos dejar de robar dos años por lo menos".
Me gusta el tono sarcástico y despreciativo de Lanata, es así como se debería tratar a los políticos que son probadamente ladrones. Lamentablemente en nuestro Perú hasta los periodistas que se las dan de más inquisidores siempre tienen algo de mermeleros, bueno con honradas excepciones.
Pongo este video porque tengo algo personal con Barrionuevo, porque fue él quien llevó a la ruina a mi querido Chacarita Juniors cuando lo presidió, club del que tengo el honor de ser hincha y además poseer la camiseta original regaldo de mi querido amigo el doctor Héctor Lázaro, así sea el único en esta hermosa tierra del sol. Disfrútenlo.



DON HUEVAS YA NO COME ASADO


No hay nada mejor para terminar una semana cargada de preocupaciones que hacer un asadito con los amigos. De eso pueden dar fe mi grandes amigos que no son muchos pero son. Sobre todo cuando generalmente es Don Huevas, osea yo, quien, previa cuota puesta por todos, debe ir a comprar la carne al mercado, comprar el carbón, limpiar el patio donde se va a realizar la reunión, esperar que todos lleguen a la hora, convocar a los tardones, limpiar la parrilla donde se va a cocinar el asado, poner el carbón en una ruma prefecta para lograr el efecto volcancito, prender el carbón, vigilar que encienda compactamente, poner la parrilla encima y terminar de limpiarla y engrasarla, poner las carnes, vigilar su cocción, terminar de hacer la ensalada, servir los choripanes, voltear la carne para que no se seque, controlar el grado de sal, servir la carne, ir vigilando el resto de carne mientras todos comen, recoger los platos, limpiar un poco la mesa, servir el vino, mandar a comprar más vino, hablar toda la tarde o noche de pelotudeces, despedir a los borrachos, despertarse temprano para limpiar el patio donde se hizo el asado, lavar los platos del día anterior, llamar para ver como amanecieron los borrachos y tratar de descansar la resaca de todo lo vivido, para luego empezar otra semana llena de preocupaciones. No hay nada mejor que comer un asado, pero en restaurante. Por lo menos ahi, pagamos mucho más, pero no somos tan Don Huevas como siempre.

EL PROBLEMA DE ANDAR CON LAS OREJAS ABIERTAS


Hoy todos son expertos en política y economía local e internacional. Es divertido ver como el vendedor ambulante, el cambista, el que vende llamadas por celular, el tramitador, el chofer de combi y hasta el vendedor de diarios resuelven los problemas internacionales más enmarañados, sin necesidad de ser eruditos en ninguna materia. Todos opinan y postulan métodos capaces de solucionar la caída económica norteamericana, el conflicto árabe-israelí o los enfrentamientos internos de Bolivia. La democracia y la libertad de expresión le permite a uno decir lo que piensa. Pero habrá algún sistema político que proteja los oídos del ciudadano ante las barbaridades que día a día debe escuchar. Habrá alguna ley que salvaguarde la integridad mental de los que no quieren volverse locos ante las atroces opiniones de estos eruditos de esquina. No la hay. Y cómo podría existir si los grandes líderes políticos que dirigen el país, en su gran mayoría, no tienen más capacidad analítica que un niño de 5 años.Dios nos salve, pero mientras se entera, cuidado de andar con las orejas abiertas, las barbaridades vienen de cualquier lado como cagadas de pájaro.

MALDITAS CANAS



No es que yo me parezca a mi viejo cada día más, sino que mi viejo se está pareciendo a mi. Hace algunos meses las incipientes canas que aparecían en mi cabellera eran arrancadas por un pinza bendita que mi buena mujer, diligente ella, maniobraba con destreza profesional.
Sin embargo, hoy, ya ni mi buena mujer se atreve a arracarme esos atroces cabellos blancos por miedo a que me quede más calvo que Rómulo "ratón" Alegría. Ya no son unas cuántas estas albinas visitantes, ahora se cuentan por cientos y van repoduciendose sin saber el daño moral y espiritual que me ocasionan. Y es que una cosa es que Richard Gere o George Clooney tengan canas y las luzcan orondamente, y otra cosa es que éste servidor las tenga. A mí las canas no me hacen ninguna gracia y menos a los 28 años. Opciones tengo dos, dejámerlas e ir viendo pasar la vida si remedio, acostumbrándome a la maldición hereditaria, con lo cual sería un joven resignado de cabello blanco; o pintarme el cabello con lo cual, para mis amigos, me convertiría en una tía vanidosa o en el mariquita de turno. Bueno veremos que decidimos. Herencia esta la mía tan cruel, que viene a convertirme en un Papa Noel joven, ya que ni las barbas me respetan estas cabronas. Al mal tiempo buena cara, o buena cana.

LA TORTURA DEL BUS NUESTRO DE CADA DIA



Viajar en bus de servicio público todos los días es una tortura solo comparable con el empalamiento de Caupolicán.
Quién no ha tenido alguna vez que subir a un bus repleto de gente, viajando más apretado que calzón de vedette. Quién no ha sido punteado involuntariamente por decenas de pasajeros que, como a uno, no les queda otra que pegar los cuerpos, obligados por la orden brutal de un cobrador con cara de requisitoriado que con aliento a fábrica de harina de pescado grita desaforadamente "al fondo hay sitio" o "péguese pe' varón", todo esto en ritmo de cumbia por suepuesto. Quién no ha viajado ahogado entre las tetas paquidermas de alguna señora entrada en años y generosa de carnes. Quién no se ha sentido en una cámara de gas, cuando justo por encima de las narices te pasan un sobaco bravísimo, de esos que tiran por los suelos las bondades más sofisticadas de los desodorantes que la publicidad nos vende. Quién no ha sentido un dolor desgarrador, cuando alguien te pisa el dedo meñique del pie derecho, y uno como es un pelotudo exclama "no te precoupes, sigue nomás", en vez de reventarlo por desubicado.
Pero todo tiene sus venganzas y sus recompensas, o díganme acaso si no les ha pasado cuando justo delante tuyo se te para una de esas niñas con cara de malcriada, de esas cachetonas y no de cara.
Este el suplicio que vivimos día a día los que no tenemos otro medio de transporte a la mano. Por eso hay que ir ahorrando para comprarse un autito, una motito, una bicicletita o cualquier otra huevadita que nos ayude a dejar los buses para siempre. El Perú todo es un bus repleto y nosotros sus pasajeros. Que mala pata.