martes, 29 de junio de 2010

YA SABEMOS DONDE ESTUVO EL DR. RODAS, EN EL MINSA NADIE LO SABÍA

Ahora sabemos, luego de largos días, que el Doctor Rodas no llegó aquella noche en que Miguel Calli lo esperaba con el brazo partido en dos. No llegó ni  hubiera podido llegar, pues se encontraba de permiso. La partida de un familiar, es motivo más que suficiente para ausentarse, creo.

Sin embargo esa noche lo esperó Miguel Calli, lo esperó su hermana con su nena entre brazos, lo esperaron las enfermeras, lo esperaron los demás médicos de turno, lo esperó  todo el mundo, pues aunque parezca increíble nadie en el servicio de emergencia sabía que el doctor se encontraba de permiso. Nadie estaba informado del paradero de un médico que podría salvar una vida.

He hablado con la hermana de Miguel Calli y me dijo que su hermano tuvo que ser atendido por otro médico y muchas horas después. Si alguién en el hospital Unanue hubiera sabido que uno de sus médicos estaba de permiso por un problema familiar le hubieran ahorrado muchas horas de dolor al jovencito del brazo roto y a todos los demás presentes muchas horas de angustia e impotencia.

Ojalá pronto el servicio de salud regional se ponga las pilas,  nadie tiene porque ser víctima de sus limitados dotes informativos. He suprimido la crónica donde daba cuenta de la desaparición del Dr. Rodas, pues me parece injusta, los culpables fueron otros, sin embargo la palabra sigue siendo la misma para definir el servicio que se brinda en Emergencias del Hospital Unanue: Indolencia. Pegúntenle a Miguel Calli.

lunes, 31 de mayo de 2010

VAN SALIENDO (malos pensamientos sobre una excarcelación que beneficia a pocos y perjudica a muchos)


Lori Berenson, la fiera que hace algunos años hacía una rabiosa apología del terrorismo estando enmarrocada y en brazos de su captores durante su presentación a la prensa,  hoy vive cómodamente en un departamento miraflorino. Nada raro en el Perú.

Aquella ex estudiante de antropología del Instituto de Tecnología de Massachusetts, que luego de conocer a Néstor Cerpa ingresara al Perú junto al panameño Pacífico Castrejón en el año 94 simulando ser una  turista, y que un año después fuera detenida junto a 23 integrantes del MRTA, con quienes tenía elaborado un plan para atacar el Congreso y tomar rehenes, hoy toma Coca Cola y come papas fritas mirando el noticiero desde su cama. Que suerte verdad.

Y pensar que no hace mucho, el año 1996 para ser más exactos, era condenada a cadena perpetua por un tribunal sin rostro. Pero claro, la cosa cambió el año 2001, cuando empezó su nuevo juicio en el fuero civil  y la ley modificó su sentencia inicial por una de 20 años de prisión y el pago de una reparación civil de 100 mil soles. Que suerte realmente.

Y tuvo más suerte aun cuando el 2006, el gobierno le condonó el pago de la reparación civil cumpliendo uno de los pedidos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Lechera la gringa. Nació de pie.

Hoy gracias al Decreto Supremo 927, promulgado durante el gobierno de Alejandro Toledo, Lori está libre como una paloma, viviendo en un cómodo departamento, mientras las víctimas de la locura que defendió, sus víctimas, se terminan de pudrir en un ataúd. Así son de lindas las leyes peruanas.

No escribo nada nuevo, todos lo sabemos. Sin embargo, como soy un ser imaginativo y un tanto mal pensado, me sorprende que este proceso de excarcelación al que pueden seguir el de muchos otros terroristas, se de justo en un año en que la contienda electoral empieza a "calentarse" como dicen los
analistas.

El Presidente García, muy a su estilo, a dicho que siempre le parecíó un "desacierto" aquel decreto que permite a los terroristas obtener la redención de sus penas a cambio de trabajo y educación, culpando de taquito a Toledo, no sin poca razón. Creo que a todos nos parece lo mismo. Nos pareces ahora, claro, que ya tenemos la soga al cuello y  que es casi inevitable que personajes como Osmán Morote salgan en libertad dentro de poco.

Sin embargo, García también señala que a él solo le corresponde respetar lo que dice el Poder Judicial porque somos una democracia. Un tanto fácil la respuesta.

Como soy un mal pensado nato, me pregunto: ¿a quién beneficia en el fondo todo este macabro circo iniciado con la liberación de Lori Berenson a menos de un año de las elecciones ? ¿quién, querámoslo o no, fue el presidente que logró desarticular al terrorismo en el Perú? ¿quién es el candidato o candidata que promete, en cada una de sus presentaciones públicas, poner mano dura en los procesos contras los terroristas encarcelados mientras sus ojos chinitos añoran la libertad de su padre? A buen entendedor pocas palabras. Una simple ecuación nos ayudaría a comprender mejor el mensaje, que desde mi humilde punto de vista, el pueblo peruano viene recibiendo, despacito, suavemente, de taquito, como quien no quiere la cosa:

PROBLEMA =  LIBERACION DE TERRORISTAS
CAUSANTE = TOLEDO
SOLUCION= FUJIMORI

El gobierno de Toledo sin duda tuvo culpa, el error está hecho. Pero parece que ese error está siendo utilizado muy hábilmente para hundir a unos y elevar a otros. Ojalá no sea así.

No cabe duda que soy un mal pensado. ¿Pero alguién puede pensar bien de los políticos? Yo no puedo. Es sólo una opinión.

lunes, 17 de mayo de 2010

Jack Torrance en Tacna, Mucho Gusto


El día viernes, sábado y domingo el Parque Perú de Pocollay fue una fiesta. Admito que no quería ir porque soy enemigo de los tumultos, sin embargo acepté el pedido de mi mujer y partimos con mis dos nenes, de cuatro y dos años, a saborear las delicias prometidas. Como no teníamos pases de cortesía ni más de 60 años, aguardamos casi 45 minutos bajo un tímido sol, apretujados en la cola para ingresar.  Roces, colones caraduras que nunca faltan, cansancio, aburrimiento de los niños, nada nos importó demasiado en aquel momento, pues creíamos que la recompensa sería buena.

Al entrar por fin, realmente todo era una fiesta, stand de colores uniformes, un escenario amplio, un animador conocido, gente comiendo en todas las mesas, gente caminando de un lado a otro, gente sentada en los jardines, gente bebiendo los riquísmos pisco sours, gente tratando de encontrar una silla disponible, gente empujándose, gente colándose en las largas colas para adquirir un platillo, gente, gente y más gente. Una verdadera fiesta popular.

Por suerte, gracias al sentido de orientación que tiene mi esposa, encontramos en no pocos minutos dos sillas recién desocupadas y nos sentamos. Eran casi la una de la tarde y ya teníamos algo de hambre. Que empiece la fiesta de los sabores, pensé. Llegó la hora de comer.

Cómo buen cazador de la manada, el macho alfa,  salí a buscar el almuerzo. A los veinte minutos regresé vencido y cabizbajo, pues los dos platos requeridos por mi mujer no los pude conseguir: chupe de camarones y rocoto relleno. Si alguien los degustó que me cuente como estuvieron, porque mi poca paciencia no me permitó siquiera sentir su aroma. El gentío, los empujones, los pisotones, la colas sin orden, todo jugó en contra de mis propósitos. 

Tampoco conseguí el asado de cordero ni el charquicán ni el cuy chactado, los stands donde los vendían estaban que reventaban literalmente, así que que tuve que resignarme con un cerdito en salsa de damasco con puré de racacha y arroz y un pepián de liebre, platillos agradables pero fríos, muy fríos.

Mi poca experiencia en este tipo de eventos hizo que, como la mayoría, adquiriera porciones de cinco soles con la esperanza de degustar varios platillos y no llenarme solo con uno. Gran error. Tuve que volver varias veces más a intentar comprar no lo que quería sino lo que podía. El último plato que conseguí fue la famosa carapulcra con sopa seca, y no me pregunten como estuvo porque prefiero callar antes que herir suceptibilidades con las opiniones de mi inexperto paladar. 

Al final de cuentas, ya bastante harto de los empujones y los caraduras que no respetan el turno de llegada y del cansancio de algunos vendedores cuya mala onda ya empezaba a evidenciarse, opté sencillamente por comprar varios choripanes y tratar de salvar en algo nuestra fallida aventura culinaria.

Sé que hay gente que la pasó muy bien, que hizo su colita sin chistar, que soportó los embates de los demás con pundonor, que tuvo la paciencia de esperar por un plato más de media hora. Gente admirable realmente, envidio su aguante, su fortaleza, su capacidad de lucha en pos del platillo escogido. Yo no pude.

El evento, que según tengo entendido acogió a más de 25 mil  personas, sin lugar a dudas estuvo bien presentado, los servidores de limpieza estuvieron impecables,  a cada momento recogiendo los despojos como una celeridad nunca antes vista, hubo seguridad, hubo muchos restaurantes participantes, chicas lindas de anfitrionas y sobre todo se contó con renombrados cocineros o chefs  nacionales e internacionales exponiendo lo mejor de su arte. Tacna estuvo por tres días en los ojos de todo el país gracias a esta buena iniciativa de PromPerú. Felicitaciones y que viva nuestra comida por siempre, una de las mejores del mundo. 

Mi opinión personal es otra cosa, no tiene mucha importancia pero si validéz. Yo me reservo la visita a otro evento de tal magnitud, y si voy por lo menos almuerzo antes, porque comprar el platillo deseado en el quilombo de ayer sencillamente me dejó curado para siempre y  llevó hasta el punto más alto la neurosis y la impaciencia que ya algunos me conocen. Estuve a punto de terminar como Jack Torrance de la pélícula El Resplandor. La retirada me salvó de la locura.   

martes, 4 de mayo de 2010

MI QUERIDO ENEMIGO: (Carta abierta a una gallina "Anónima")


Hace algunos días vengo recibiendo en este blog algunos comentarios de un tal "anónimo" que despotrica sobre mí, cosa que no me importa. No debería ocuparme de estos temas que realmente no me causan más allá de una sonrisa, sin embargo lo voy hacer, solo por el hecho de dejar las cosas un tanto claras entre mi desconocido comentarista y yo.

El artículo que titulé "Mi opinión personal sobre los sucesos de Bagua en respuesta a un gran amigo", mereció una serie de comentarios, algunos a favor otros en contra, pero todos válidos. Sin embargo recientemente llegó uno en el que se acusa de una serie de cosas a mi padre, entre la cuales se dice que se pasó  la vida trabajando para los apristas. Yo que lo conosco, creo saber que trabajó unos meses en el Ministerio de Educación durante el primer gobierno de Alan García y que muchos años después asumió la dirección del primer Proyecto Cultural que ejecutó la gestión del ingeniero Alva Centurión. Hagamos números. Para los apristas, exagerando, trabajó algo más de tres años. Tres años. Si mi papá tiene sesenta y dos, la lógica nos dice que no trabajó toda la vida para los apristas como afirma este anónimo comentarista, cosa que de ser cierta tampoco tendría nada de mala.

Mi querido enemigo dice también otras barbaridades que no vale la pena mencionar pues realmente son bajezas generadas tal véz por alguna frustración no atendida por el psicoanálisis.

Ahora pongámonos de acuerdo. Este blog llamado "Página 13" lo he creado yo, lo alimento yo y yo soy el único responsable de lo que aquí queda publicado. Si alguién tiene algo que decirle a mi padre que lo busque y que se lo diga en la cara, sin escudarse bajo un cobarde anonimato, ni usarme a mi como intermediadiario de sus angustias. Estoy seguro que don fredy Gambetta  sabrá responder con altura cualquier acusación. Si alguién tiene algo que comentar acerca de mis escritos que lo haga, pero firmando el comentario como hace la gente decente, la gente valiente, la gente que no tiene miedo de dar la cara.

Con todo el respeto del mundo, yo no escribo lo que escribo por gustar ni por quedar bien con nadie. Escribo simplemente porque me da la gana y porque no puedo vivir sin escribir. El que quiere me leéra, el que no simplemente no entrará al blog.

Me causa mucha gracia cuando alguien por la calle me reclama algo que escribí o dejé de escribir. O cuando alguién me dice "te me caíste con lo que publicaste". ¿No es acaso una suerte de extorsión?. Osea que Mauricio Gambetta tiene que escribir lo que algunos quieren porque sino me caí, los defraudé, no sé nada de la vida, soy un incendiario de izquierda, soy un reaccionario de derecha, etc., etc. 

Creo sinceramente que el gran error de las generaciones pasadas han sido "las medias tintas". El no decir las cosas claras. El no comprometerse. Yo no estoy dispuesto a continuar ejerciendo las funciones diplómaticas en bien de la tranquilidad pública. Pienso, opino, escribo. Si no le gusta a mi querido "anónimo" que me lo diga pero poniendo su nombre. La cobardía, que hundió y sigue hundiendo a Tacna y al Perú, me parece de lo más despreciable.

Sé de la existencia de algunos "enemigos jurados" de mi padre, pero no me puedo dar el lujo de entregarles importancia. Pierdo el tiempo. Mientras ellos confabulan y hablan pestes y crean cuentos, yo estoy diseñando, escribiendo, leyendo, viendo buen cine, tomándome un par de cervezas con mi amigos. Lo mismo hace mi padre. No hay cabida para los resentidos, los envidiosos. Ojo, es totalmente distinto un rival sin nombre que destruye por destruír que una persona que no está de acuerdo con nuestras ideas y las debate con altura. En ese caso conversamos, escuchamos, debatimos. No olvidemos que cuando tres personas están de acuerdo totalmente en algo es porque hay un malentendido. Me parece que muchos tienen una idea errónea de la convivencia y de la vida: si no piensas como yo pienso estás mal.

Lo mismo ocurre con algunos "periodistas" en Tacna. Ojo, algunos, no todos. Su mensaje es claro: "Tienes que hacer lo que yo digo sino te hundo", "tienes que darme un auspicio económico sino hablo pestes de ti", "tienes que tenerme miedo porque yo te puedo destruir desde mi panfleto o mi hora alquilada en alguna radioemisora". ¿Habrá algo más indigno?, ¿habrá algo más bajo? ¿Qué pasó? ¿cuándo fue que dejamos que estos "paladines de la justicia" dirijan nuestras vidas?

Pero lo peor de todo no es que los dejemos hacer y deshacer honras ajenas, lo peor de todo es que todos sabemos la clase de tipejos que son algunos y de que pie cojean, y voy más allá, lo peor de lo peor de todo es que ellos mismos saben lo que son. El mundo al revés.

Estoy de acuerdo con la investigación períodística, con el develamiento de la verdad, pero con pruebas. No nos podemos pasar la vida tratando de desprestigiar a las personas solo porque se nos ocurrió. Investiguen, trabajen, hagan su chamba. 

Bueno hasta aquí con mi respuesta. Así que por favor señor ´"anónimo" ponga usted su nombre en sus comentarios, dé la cara, no siga el jueguito cobarde de la escondida. Estoy más ocupado en mi trabajo, no puedo darme el lujo de pasarme los días espantando a las gallinas. Suerte.  


martes, 27 de abril de 2010

PALOMA DE TRISTEZA: conversación con una dama (de compañía)


Estuve buscando por casi una hora páginas de internet en las que por lo menos apareciera un indicador sobre la prostitución en Tacna: no encontré nada. Si alguien sabe de alguna me avisa. Cerca de la casa que alquilo desde hace cinco años y en la que vivo con mi mujer y mis dos hijos menores, hasta hace poco vivían casi recluídas, una veintena de señoritas dedicadas al oficio más antiguo del mundo. Ellas, todas la noches, eran recogidas en taxis y llevadas a quien sabe donde. De minifalda, pintarrajeadas hasta las orejas y embadurnadas en perfumes tan fuertes que lograban colarse por la ventana de mi habitación ubicada en la otra calle.

El tema de la prostitución en Tacna es tan alamarte que ya no se puede controlar. En la avenida Industrial y en sus alrededores existen una gran cantidad de establecimientos dedicados a este negocio, en los que con toda tranquilidad, noche tras noche, cientos de mujeres brindan sus servicios. Nada extraño verdad. Todos lo sabíamos. No es cuento nuevo. Pero ese es el problema: todos los sabíamos. Lo sabe el alcalde, lo sabe el presidente regional, lo sabe la prensa, lo sabe Perico los Palotes, lo sabe la iglesia, lo saben los fiscales.

También se sabe que la prostitución va directamente ligada con la delincuencia, con el abuso de menores de edad, con las peperas, con los asaltantes disfrazados de taxistas. Otra vez todos lo sabemos. Y otra vez ese es el problema. ¿Se hace algo?. ¿Alguien regula estos establecimientos?. ¿Alguien vigila las condiciones sanitarias?. ¿Alguien salvaguarda la seguridad?. Claro, muchísimos los conocemos. Hemos estado. Hemos visto. Sabemos como es la cosa. Y es lo más preocupante.

Después de llamarla más de cinco veces por fin Paloma quiso hablar conmigo. Quiero hacerte una entrevista le dije. Es para mi blog. No supo que era blog. Pero aceptó.

La cosa, para los bien pensados, fue por teléfono. Llegué el año pasado del Cuzco me dice. Le creo, su dejo no es selvático, es más andino. Su mamá tiene una tienda de abarrotes, sus hermanas celebran sus visitas esporádicas. Ella lleva la plata. Ella para la olla. El padre murió me dice. Luego lo resucita contándome que las abandonó. En cierta forma murió le digo.

Te gusta el trabajo pregunto con miedo: siempre te llega a gustar cuando te pagan. Lo malo son las malas noches, el licor, los abusos.

Existe alguna satisfacción que te dé la vida aparte de la plata: no hay respuesta. No sabe no opina. Tengo compañeras. ¿Compañeras?, insisto. Compañeras, no amigas. Ella vive junto a algunas de sus "compañeras" en una casa alquilada en el distrito de Alto de la Alianza. No sale nunca a menos que sea para trabajar. Una señora se encarga de atender algunas de sus necesidades más urgentes: pastillas, óvulos, inyecciones. Es buena me dice, pero aveces se enoja. ¿Cual será el concepto de bondad para esta muchacha?. ¿Que significará "pero aveces se enoja"?, ¿gritos, golpes, humillaciones? No lo sé.

Paloma tiene 25 años. Sabía a lo que venía. Antes trabajó en Arequipa y su sueño es Chile. Sin embargo los terremotos le dan miedo. ¿Podrá tenerle más miedo a los terremoto que al estar con cientos de hombres a quienes no conoce?

Si no fueras lo que eres que te gustaría ser. Pregunta boba pero eficáz. No sé, me dice, quizás estilista. Pero no se gana bien. Trabajó en una tienda de ropa. Salió embarazada. La niña vive con su mamá. Estoy aquí por ella, aclara. Tiene seis años y va al colegio.

Paloma gana más que cualquier funcionario público. Gana mucho más que un policía o una profesora. Pero sufre. No todas somos malas me dice. Hay algunas que les roban a los que "fichan", pero yo no. No le da vergüenza trabajar en esto. No sabe hacer otra cosa. No pudo aprender. Pero algún día lo dejará. Ojalá.

De los seis días que trabaja a la semana, tiene que tomar licor casi todos. Cómo aguantas le digo. Hay pastillas para todo es su respuesta.

Cuántas palomas habrán en los famosos chupines. Nadie lo sabe. Cuántas llegarán todos los meses. Cuántas portarán enfermedades. Nadie lo sabe.

He buscado en internet por más de una hora algún indicador sobre la prostitución en Tacna: no hay nada. Que siga la fiesta de los gigolós, las mamis, los proxenetas. Que sigan los abusos, los robos, la tristeza. Aquí nadie sabe nada. Si alguien sabe algo que me avise.















viernes, 23 de abril de 2010

El DOCTOR PAZ ESTÁ OCUPADO, LLEVELO NOMÁS A LA CASA






Ayer por la tarde el más pequeño de mis Gambettas, Vicente Facundo, reventaba de dolor de oídos. Gritos, llanto, mocos, todo se juntaba en mi niño que no hallaba consuelo por nada. Llegamos apresurados al servicio de emergencia del hospital Hipólito Unanue, buscando la mano amiga del médico pediatra de turno, con la esperanza remota que fuera atendido. Ojo esperanza. Que raro verdad, en cualquier hospital del mundo tendríamos derecho a que nos atendieran. Aquí, en Tacna, no. Aquí se llega con la esperanza no con el derecho. Con la ilusión no con el derecho. Y cuando gracias a la divina providencia somos atendidos debemos agradecer al cielo, como si nos estuvieran haciendo un favor y no cumpliendo con el deber por el cual les pagan.


Llegamos, nos atendió una señorita practicante, a la que no culpo de nada, pues estaba tan perdida como nosotros, informándonos que el médico pediatra de turno no se encontraba pero que lo podía llamar, todo esto mientras Vicente se retorcía de dolor. Al cabo de unos veinte minutos y ya enterada, la practicante, que el dolor provenía de los oídos por fin llamó al médico. Luego le tomo la temperatura al pequeño, constató que no tenía fiebre y volvió a llamarlo.


Al parecer solo la fiebre alta requiere atención médica, pues cuando el doctorcito se enteró que no la tenía, le respondió a la practicante que eso no era una emergencia y que nos llevemos nomás al pequeñín para la casa porque el estaba muy ocupado como para acercarse. Nunca nos enteramos que estaba haciendo el doctor o si realmente estaba en el hospital.


El nombre del ocupado médico pediatra es Jhony Paz Valderrama y según figura en la página de internet de la Región de Salud de Tacna, es el Jefe de la Unidad de Apoyo a la Docencia e Investigación y además es profesor universitario. Bueno ojalá que sus alumnos si atiendan a la gente cuando lo necesita y no sólo cuando les de la gana.


Yo me pregunto, que hubiera pasado si lo que tenía el pequeño Vicente en vez de una otitis hubiera sido algo mucho más grave. Que hubiera pasado si en vez de un dolor de oídos hubiera estado al borde de la muerte o la parálisis debido a un problema cerebral. Pues no hubiera pasado nada. El médico Paz Valderrama estaba ocupado. El niño no tenía fiebre. Así que mandelo nomás a la casita señorita practicante.


Sin embargo cuando he llevado a mis hijos a su consultorio particular otra es la historia. El médico Paz Valderrama se desvive en atenciones, te muestra nuevas vacunas, te habla de las maravillas de la ciencia moderna, elogia la viviacidad de tus niños. Es un buen galeno. Claro, luego hay que pagarle una fuerte suma de dinero por sus atenciones y comprarle, si es que se puede, las vacunas que el mismo te ofrece como el mejor vendedor de telemercado.


La historia termina con mi pequeño hijo en un médico particular, ya calmado luego de las atenciones profesionales brindadas. Diagnóstico: Otitis. Nada serio, pero si doloroso para una criatura de dos años. Nada serio felizmente, porque de haberlo sido: mala suerte. El médico Paz Valderrama no lo atendió simplemente porque no tenía fiebre y el estaba ocupado. Lindo mi doctor.

viernes, 26 de marzo de 2010

COLOMBIANOS POR UNA NOCHE



Esta historia, que según su otro protagonista debería llevarme a la tumba, es sin duda una de las más graciosas que me han ocurrido a lo largo de mis treinta años. Y es que con tres décadas cumplidas y con los cabellos un tanto plateados, gracias a la herencia paternal de la que no puedo desprenderme porque soy un caballero, creo que ha llegado el momento que lo cuente todo.

No lo hago, sinceramente, por exorcizar esos demonios que todos dicen que tenemos pero que yo nunca he visto, sino más bien, por dejar en claro, sin falsas modestias, lo pelotudos que pueden llegar a ser dos grandes amigos cuando ya bastante moviditos por “el licor bendito en que se va la vida”, se enfundan sus trajes de aventureros urbanos y salen al encuentro de un noche diferente a las otras.

No diré el nombre del otro protagonista de esta hazaña de sábado, porque él, estoy seguro, nunca me perdonaría el exponer su identidad a la opinión pública, sobre todo en una crónica con la que, de una forma tan egoísta, no busco más que desembarazarme de una historia que ya no puedo soportar sobre los hombros y que inevitablemente es mi deber compartir con mis pocos lectores para su “conocimiento y fines”. Así que no te preocupes amigo mío, no diré tu nombre, no importa si me lo quieren sacar mediante torturas. Nunca lo haré (cumplí compadre, vaya a ver a su ahijado de vez en cuando).

Bueno, vamos a la historia. Resulta que un sábado de tantos, de un año de tantos, mi amigo y yo estuvimos festejando desde las primeras horas de la tarde algo que ya no recuerdo. Primero fueron unos vinitos, luego unas chelitas, y entre anécdotas y carcajadas, cayó la noche triste. Estábamos por retirarnos a descansar la mona, que no era tan grande, cuando en nuestras jóvenes cabezas se nos cruzó la idea de terminar la reunión, gloriosa por cierto, con una visita indebida a esos antros de la perdición conocidos como “chupines”. La idea nunca fue, y eso lo puedo jurar, enmarañarnos entre los brazos de esas mujeres malas, la mayoría charapas, que les quitan la plata a los hombres buenos, sino, y esto lo digo en serio, tan solo espectar por un momento el famoso strip tease del que tanto nos habían hablado y que no habíamos visto, hasta ese momento, más que en las películas gringas.

Pero cuando el diablo mete la cola la mete completa y al llegar a uno de esos santos lugares, donde las mujeres dan menos de los que se les pide y cobran más de lo que se les debe, nos encontramos con que todas las mesas cercanas al pequeño escenario estaban repletas de parroquianos, la mayoría muchachos, y que no había ninguna disponible para nosotros. Entonces, haciendo gala de mi imaginación de escritor en pañales, resolví que la única forma de que nos atendieran con la diligencia y el respeto que merecen dos caballeros medievales como nosotros, era haciéndonos pasar por extranjeros platudos y así lo hicimos. Lamentablemente nuestra pinta no nos daba para ser argentinos, acento que podíamos imitar sin contrariedades, menos brasileros o venezolanos… y chilenos ni de vainas, así que no nos quedó otra que convertirnos en dos orondos colombianos.

Gracias a mi amigo, que es un gran consumidor de las telenovelas de ese bello país, encontramos los nombres perfectos para cumplir con nuestros malévolos fines. Y así fue como, bajo la bendición de María Magdalena, fuimos bautizados como Angelito y Jairo.

Con el pasar de los minutos e imitando la forma de hablar del pibe Valderrama, que por cierto era aceptable aunque a veces se nos cruzaba con el dejo puertorriqueño, el cubano y hasta el panameño, nos dirigimos al mozo y con toda la desfachatez del mundo, le pedimos una mesita lo más cercana posible al escenario. El mozalbete, luego de escuchar el cantito colombiano en nuestra solicitud, lleno de alegría por la propina que adivinaba y que nunca le dimos, nos buscó la mejor ubicación de todo aquel antro de muchachitas descarriadas. Ahí empezó nuestra desgracia, pues el pérfido jovenzuelo, que al parecer no tenía la discreción en la lista de sus cualidades, pronto informó al animador, oculto entre un cuartito rojo de la planta alta, sobre nuestra cafetera presencia, y éste, más indiscreto aun, comenzó a mandarnos saludos por el micrófono al mejor estilo del negro Augusto Ferrando: ¡Le damos a la bienvenida a la gente linda de Colombia!- gritaba desaforadamente, mientras las mariposas traicioneras dirigían sus miradas ansiosas de billetes a la pequeña mesita que ocupábamos, y pasaban y repasaban a nuestro lado, moviendo las caderas descomunales y las nalgas descubiertas, sin apiadarse del atropellamiento de nuestras hormonas encabritadas ni del desamparo de nuestras billeteras vacías.

En desmedro de los demás parroquianos, esa noche se acabó la cumbia nacional del Grupo 5, de Los Caribeños de Guadalupe, Tony Rosado y hasta de Agua Marina, y comenzaron a sonar, como un homenaje a nosotros, ilustres visitantes, los acordes de los mejores vallenatos de Carlos Vives, el Grupo Niche de Cali, el acordeón de Celso Piña y hasta las canciones perdidas del maestro Escalona que no se de donde consiguieron, haciéndome creer por algunos momentos, dentro de mi embriaguez de marinero, que no estaba en un “chupín” cualquiera del parque industrial tacneño, sino más bien en una cantina bananera del Macondo perdido de García Márquez.

Lamentablemente como decía mi madre, la mentira tiene patas cortas, y justo cuando nos empezábamos a acostumbrar a las atenciones desmesuradas de los mozos, a las miradas ansiosas de las charapitas, a los saludos cariñosos de los demás parroquianos y hasta a los bailes lujuriosos de las striptiseras (que juro por mi madrecita que nunca tocamos), uno de esos tipos a los que uno conoce, y que sin ser amigo sabemos que existe desde toda la vida, hizo su impertinente aparición y parándose frente a nuestra mesita rebosante de chelas al polo, con la mirada pícara y la sonrisa burlona de quien descubre un pecado ajeno, nos encaró sin piedad: -“Así que ahora son colombianos par de pendejos”.

No nos quedó otra que poner pies en polvorosa antes de ser linchados por las muchachitas burladas, los mozos siniestros y hasta los parroquianos envidiosos. Afuera, tomamos un taxi raudamente como quien escapa de una muerte segura y nos fuimos a descansar la mona más exuberante que habíamos tenido en toda nuestra existencia. Sin embargo, el recuerdo de esa noche en que cambiamos de nacionalidad y hasta de nombre y fuimos Angelito y Jairo por unas horas, se quedará para siempre con nosotros, esa alegría nadie nos la quita, ¿Verdad compadre? (y no se preocupe usted, a la otra seremos uruguayos, vaya ensayando el acento).



Pd. Lo que no fue en tu año no te hace daño. ¿Verdad mi amor?


Tacna, 27 de marzo de 2010