jueves, 29 de noviembre de 2007

A MI PONGANME UN BOLERO

Debo confesar que entre todos los generos musicales que he escuchado a lo largo (y ancho) de mis 26 años, el bolero se ubica al inicio de la lista de mis preferencias.

Esto al principio me ocasionaba ciertos inconvenientes, ya que aveces era visto como un bicho raro, lo que resulta comprensible si se tiene en cuenta que no es cosa de todos los días ver por la calle a un muchachito de 13 años cantando "...toma este puñal y abreme las venas, quiero desangrarme hasta que me muera", o enamorando a inocentes niñas de 12 susurrándoles al oído "...yo tengo un pecado nuevo que quiero estrenar contigo". Y más si se trata de alguién como yo, educado en colegio de curas jesuitas en el que decir un simple "carajo" era motivo suficiente para recibir un sermón precisamente del "carajo".

Luego con el transcurrir de los años, y casi a exigencia de mis buenos amigos (algunos idos y otros "venidos" como yo y ahora con guagua), aprendí a escuchar varios géneros musicales más, que iban desde el rock, el rap y el hip hop hasta la nueva trova, con Cabral y Cafrune de yapa.

Sin embargo y casi a esondidas, siempre me daba un tiempo para escuchar la que consideraba "mi música". Sobre todo en aquellos días en que era un responsable miembro del club de las manos peludas, y tenía la imaginación tan a flor de piel que llegaba a desear, más de una vez, que entrara a mi habitación, y mejor a media noche, aquella a la que llamaban señora y que era más perdida que las que se venden por necesidad.


Pero haciendo un análisis de el cómo llegue a involucrarme tanto con esta música maravillosa, debo confesar que mi padre tiene mucho que ver en el asunto. Y me explico. Cómo no amar el bolero si todos los viernes a golpe de 8 o 9 de la noche mi buen viejo, que en aquellos años no era tan joven como hoy, llegaba más alegre que de costumbre con algunos de sus amigos, y allí, mientras remataba las cervezas post oficina con un sombrío ron o un transparente vodka, iba desempolvando los discos de boleros uno tras otro, mientras yo jugaba en la alfombra y a los pies de los beodos, con mis soldaditos de plástico, que ya también embriagados por los sones nada marciales de los boleros, no sabían si formaban un escuadron de combate o una orquesta cubana (con sordina incluída). Eso lo agradezco mucho, sobre todo en estos tiempos, en los que soy yo el que aveces le invita los tragos y lo apabulla con sus boleros (no hay nada que hacer: mi padre a ido volviendose joven con los años).

Con el paso del tiempo fui creciendo a la bartola (no la cantante criolla) y en mis años juveniles enrumbre por el camino que mejor me pareció y siempre tuve como amigo al bolero. En Arequipa, ya estudiante, ahogué más de una decepción amorosa bien mamao y con la compañía de Gregorio Barrios, Lucho Gatica, don Bienvenido, Los Panchos con Albino y claro, como no, también con ese viejo mataperro de Daniel Santos, cuyas canciones alguna vez bailé con chicas de baja estofa en lugares también de baja estofa que no tenían ni estufa, pero si unos maravillosos caldos de gallina negra a la salida, capaces de levantarle el difunto hasta al barbón Badani cuando se le juntan las esposas.

Luego en Tacna y ya casado, cocido, descocido y vuelto a coser y a casar, descubrí lo que para mi antes había solo un género más: el bolero ranchero. Fue una revelación escuchar al bueno de Gabriel Siria Levario o Javier Solís (para los cuates), cantar Si Dios me quita la vida o He Sabido que te Amaba, con ese tonito profundo y sin esfuerzo que sólo el buen Javicho sabía promover desde el fondo de su garganta (algo chamuscada ya por los excesos alcohólicos) y desde el fondo de sus cojones (también algo chamuscados porque el bueno de Solís tuvo 5 esposas y 10 hijos).

Hoy gracias a los seguidores de Sir Francis Drake, puedo tenerlo en casa en formato DVD (de a 4 por 10 mangos). Y es una maravilla verlo de frente con su cuerpo de torito ranchero (porque además fue carnicero matancero y boxeador) entonando sus mejores canciones, sin que se le reviente ni un sólo botón de su traje charro; no como la vieja gorda de Juan Gabriel, que cuando canta no sólo se le desabotona la taleguilla sino también la pantaleta, el enagua y hasta la huacha.

Otro descubrimiento y quizá el más grato para mí, fue el de José Alfredo Jiménez, muerto a los 47 años también por culpa del licor bendito en que se va la vida.

Y es que el buen José Alfredo era, como dice un buen amigo, "tentadito a la risa y fácil de convencer".

Sin lugar a dudas Jiménez es uno de los más grandes compositores que a dado la humanidad. Sus canciones, verdaderos poemas populares, me cambiaron la forma de ver y afrontar la vida (ver mi bigote ranchero). Una prueba más que a la belleza y al arte, les gusta nacer en lugares humildes. Quien se iba a imaginar que aquel 19 de enero de 1926 en Dolores Hidalgo Guanajuato, exactamente nueve meses después que doña Carmen Sandoval amaneciera entre los brazos de don Agustín Jiménez, no precisamente llorando de alegría pero si con una sonrisa de oreja a oreja, llegaría al mundo un niño humilde como José Alfredo, que al poco tiempo, con apenas quince años, ya componía bellas canciones sin saber música (y sin sacarla). Canciones tan bellas como Ella, Que te vaya bonito o El Jinete, fueron escritas por el maestro antes de cumplir los 20 años. Todo un ser tocado por los Dioses (por Baco al menos).

He querido contarles a mis amigos el por qué siempre reclamo un bolero. Así que ya están advertidos, si alguna vez me invitan a alguna reunión, cumpleaños, despedida de soltero o lo que fuera, a mi pónganme un bolero.



Tacna, 05 de octubre del 2006


Pd. Acepto comentarios, pero en ritmo de bolero.

EL FUTBOL PERUANO HA MUERTO

Luego de decepcionarme una vez más con el juego mostrado por nuestra selección nacional en su última presentación frente al Ecuador, me veo en la ingrata obligación y en el deber moral de informarles a todos mis compatriotas, incluidos los arequipeños, que el fútbol peruano "HA MUERTO".

Seguramente ustedes dirán ¿quien es éste advenedizo que viene a darnos veredictos papales sobre nuestra gloriosa oncena nacional? Apuesto a que otros se preguntarán: ¿quién es éste neófito (no Téofilo y menos Cubillas) que escribe tan alegremente sobre nuestros muchachos que dejan la vida en cada encuentro? Y les respondo inmediatamente: soy un simple espectador acostumbrado, como todos (incluidos los arequipeños), a ver perder a la selección ante los mediocres rivales que enfrenta, como el equipo Panameño, que de bueno sólo tiene los chimpunes y el canal.

Pero la pregunta no es por qué somos tan malos, porque eso significaría sugerir que aun seguimos vivos; la pregunta es quién mató al fútbol peruano, quien mató las esperanzas de niños y jóvenes que ya cumplieron la edad para destapar las primeras rubias "bien helenas choche" y que todavía no pueden ver a su selección ganar algo o por lo menos subir al avión rumbo a un mundial.

Desde mi humilde, triste, decepcionado y parcializado, a mucha honra, punto de vista, debo decir que tal vez la culpa la tenemos todos: desde el jugador burgués que no se entrega porque una lesión le importa más que la alegría de su pueblo, hasta el dirigente corrupto que vive "del-fino" auspicio que la empresa privada brinda para la selección.

Desde el espectador indiferente que se conforma con perder siempre y nunca reclamar, hasta las escuelas de fútbol para niños en las que "tienes futuro hijito mientras pagues la mensualidad y tu viejita vaya a verte jugar" (y mejor si está buena la tía).

Desde Alejandro "Manguera" Villanueva, que se murió joven por falta de combo y exceso de pisco, y que era muy bueno, pero muy borracho y además comía gato porque su sangre aunque plebeya también teñía de rojo, y gracias a que se murió, no importa si fue zampado, tiene hasta su estadio y es un ídolo de la mitad del país más uno y un cimiento de nuestro fútbol, algo movido, pero cimiento al fin.

Desde Don Héctor Chumpitaz, el Gran Capitán, todo un ejemplo para la niñez y la juventud. Grande el Chumpi, con sus "chumpigolazos", dando cátedra de lo que debe ser la defensa dentro de la cancha y últimamente también dentro de los juzgados. Pobrecito el Chumpi, pudo contener las arremetidas de los más grandes delanteros de su época, pero no pudo con el juego vistoso de Montesinos, quien en una estupenda corrida por la izquierda y con suave gambeta logró vencer su contención, entregándole de toque corto 30 mil dólares para financiarle la campaña como regidor municipal. A cualquiera le pasa. Un día entras a hablar con alguien y ¡oh sorpresa¡ te das cuenta que al salir llevas contigo un fajo de billetes que no son tuyos. Grande mi Chumpi.

Desde Marcos Calderón y todos sus potrillos, que sin quererlo se mandaron un chapuzón eterno en el mar de ventanilla, dejando una buena generación de peloteros en el recuerdo. Incluyendo al experimentado arquero Gonzáles Ganoza, que también se vio con "Caíco" en aquel nefasto viaje. Se va… Se va….se va el alianza para campeón.


Desde los waldires, pumas, coyotes, camellos sotos, maestris, churres, jayos, pizarros, chorris, foquitas y demás, cuya entrega a la selección no pasa más allá de la guachita vistosa, la corrida improductiva, el UFF¡¡¡ destemplado de la hinchada ante el tiro cercano al arco, el teatro de rigor (10 volteretas mínimo) ante el foul recibido y el reclamo al de negro, que siempre o casi siempre termina en amarilla o en roja.

Desde los hinchas y el pueblo en general que cuando se trata de reclamar algún asunto particular, como el de pedir agua y desagüe para el terreno recién invadido, sale a las calles y protesta y grita y jode, y se saca sangre con jeringas o emulan al Hijo del Master, crucificándose no con clavos (no es pa' tanto choche) pero si con cordel de lavandería. Pero que cuando se trata de reclamar por un derecho de todos, como el de ver a nuestra selección en u mundial, no dicen ni pío (que salgan los otros pe choche).

Si nuestra selección es de todos y todos estamos descontentos por qué no hacer un plantón frente a la federación, por qué no pedir la renuncia de lo eternos dirigentes que no han ganado nunca nada y que siguen haciendo de las suyas. No creo que nos hagan mucho caso, pero por los menos exorcizaríamos ese sentimiento de culpa que nos embarga, si es que nos embarga claro. Si no llegamos a tanto por lo menos cada vez que veamos el rostro de algún dirigente en los diarios o la televisión, mandémosle saludos a su mamita, no cambiará mucho la cosa pero ayuda.

Finalmente, debo dar por fallecido al fútbol peruano por tres razones. La primera: porque no servimos para el deporte Rey. Vivimos de Cubillas, Cueto y Sotil, y no nos damos cuenta que a lo máximo que llegaron fue a jugar un mundial y quedar fuera como siempre. En ese caso deberíamos también admirar a los jugadores de Serbia y Montenegro, que hicieron lo mismo y con los mismos resultados.


La segunda: Las nuevas promesas como Pizarro, que ya no está muy nuevo que digamos, Guerrero; que tiene más pinta de reggetonero que de futbolista, y Farfán, acaban justamente con estos tres nombres, es decir nuestras grandes promesas ya no lo son tanto. Digamos que a lo máximo que llegan es a ser realidades sin brillo, pero con vistosos looks eso sí, luciendo lo último de la moda mundial y manejando un carrazo del año, porque en "Europa se usa" (¿cómo has cambiado Pelona?).


La tercera: Que se continúa trabajando sin seriedad con las divisiones inferiores. Se sigue jugando fulbito en cemento, limitando la motricidad del niño a una cancha pequeña, a la eterna pichanguita. Asegurándoles que la guachita, la chalaquita o la bicicleta son lo mejor del mundo. Ya basta de querer que jueguen como Kaká, si les estamos enseñando a jugar como el Machito Gómez.

Por esto y por mucho más, lamento informarles que el fútbol peruano ha muerto y que será mejor que no lo resucitemos, ya basta de vergüenzas y sinvergüenzas. Gracias.

Pd. Sólo el Miller salvará al Perú.

El Vino

El vino al que cantan los poetas
tejiendo sus palabras en la noche,
el que baja vestidos pantaletas
el que sabe a perdón y a reproche.

Compañero fiel siempre presente
amante de la luna enamorado,
el que besa los labios de la gente
como un río escarlata desbordado.

Manantial que sangraron los viñedos
letanía de amores embrujados,
vino fuerte del sur, vino alfarero
corazón de racimo colorado.

Sigues Comandante

Aquí no ha muerto
nadie compañero,
aquí los ríos rojos que dejaste
siguen acariciando
las manos del labriego.
Sigue cantando
en las selvas de espinas
tu fusil que dispara
Palomas libertarias.
Aquí sigue tu voz
tu asma
tu camisa
tus brazos que sembraron
raíces de esperanza.
Tu lo sabías
Comandante eterno
Cristo crucificado
por clavos de la infamia.
Pero ahí continúas felizmente
Apagando las estrellas asesinas,
En el canto
en la tarde
Debajo de tierra
En la escuela
en la calle
Donde tu sonrisa cante
Comandante.

Cuando y Cuando

Cuando y cuando
decimos en esta tierra
de descalzos y hambres corrompidos.
Aquí que un nuevo niño
viene bajo la sombra
de cucharas vacías.
Cuando y cuando
esta patria que destila agonía
nos brindará los panes
que esperando murieron
la promesa del trigo.
Cuando y cuando
la mesa se llenará de platos
servidos a la hora.
Pero en este esperar
en esta bienvenida que no llega
aun hay días claros.
Hay destellos que alumbran
La oscuridad del nido.
Aun cantan las hojas
la vieja primavera
El día que se acabe
este cuando y cuando de alaridos.
Esta promesa rota
de surcos olvidados
Tal vez extrañaremos
la amargura
de un despertar incierto de
bolsillos vacíos.

Madre

Mi madre vuelve alegre
por los pasillos blancos de
de mi infancia.

Como cuando la vida
era tan simple
como un racimo
fresco de uvas claras.

En tu recuerdo vuelan todavía
las aves que dibujan
tu nombre con las alas.

Vienes madre querida
cada noche cuando los malos
callan sus palabras.

La mesa está servida
desde entonces
tu huellas siguen frescas
en el alma.

No quiero flores muertas
en tu lecho
Que nadie habite ya
en esta casa

Que mi pena
la tiña el aguacero
con el verde de mar
de tu mirada

Poesía

Es necesario lograr
que la poesía sea tan simple
como una mesa servida
con panes y ciruelas.

Es necesario que
al abrir sus ventanas
se le escapen volando
las aves que escondía
entre los senos.

En necesario que sea
la sonrisa de un niño
con la boca repleta
de melcochas.

Que la poesía sea
una cuchara llena
en la mano del pobre.

Que sea metralla,
que dispare mariposas rojas
en el pecho del malvado.

Que te recuerde a tu madre
mientras fluye.

Que se desangre
en primaveras.

Que llene los silencios
de la noche
con ladrillos lejanos
y colmillos.

Que traiga flores
frescas adornándole
el pelo.

Sólo así,
La poesía,
será un río celeste
que mojará tus pies
entre las piedras.

Nos vemos

a GINO

A pesar que tu sonrisa vuela cada día más lejos,
y que ya solo te recordamos al embriagarnos,
o cuando el mar se desgrana con sus pétalos azules.

A pesar que gritamos tu nombre de cuando en cuando
tan solo para cerciorarnos que sigue sonando igual.

A pesar que nos dicen que sigues, que vuelves, que existes,
la palabra amigo ya no nos dice lo mismo.

Como cuesta saber que no te veremos más.

Pero de que sirve ahora ponernos tristes
y amargarte la muerte,
si tal vez sigues, vuelves, existes,
si tal vez ríes transparente cada tarde

De que sirve ahora decir que eras un buen hombre
si eso ya lo sabíamos.

A veces es mejor que el viento
deshoje los recuerdos
y que la vida continúe
terriblemente simple entre las piedras.

Pero no te preocupes compañero
en el cielo también hay mar.

OLVIDO RECLUIDO

Tu corazón de chiquilla abandonada
es una calle llena de faroles,
sendero luminoso sin heridos
fiesta brava sin toros y si oles.

Que lleguen tus pisadas a mi puerta
que los gallos no canten en el día,
que perfumen las flores no abiertas
que se regale el pan en las panaderías.

Que los años no deshojen tus latidos
que no mientan las caricias embusteras,
que se mueran tu olvidos recluido
en una torre sin ventanas ni escaleras.

Patria

Patria triste de putas sin esquina,
casa vieja de barro y de totora,
calle negra de luces mortecinas,
de relojes mal puestos mal puestos a la hora.

Patria sola de aves disecadas,
vendaval sin rumbo y sin bolero,
de fúnebres canciones mal cantadas,
de muertos sin París con aguacero.

Patria huraña de novias silenciosas,
de hambres infantiles no saciados,
de espinas asesinas de las rosas,
de la herida sangrante en el costado.

Tu Nombre

Tu nombre se escribe
colocando
una letra tras otra
en el orden exacto
de las rosas.

Pero para llegar
de la primera
a la última
hay que recorrer
ternuras y simplezas
recuperar palabras
que perdimos andando
en caminos sembrados
de silencios.

Hay que recordar
pájaros y ríos
que nos abandonaron
en los arcos del tiempo.

Encender
las hogueras del deseo
hasta pintar de rojo
el horizonte
y escribirlo despacio
lentamente
como arrullando
un niño desvelado
en medio del invierno de la noche.