Mi madre vuelve alegre
por los pasillos blancos de
de mi infancia.
Como cuando la vida
era tan simple
como un racimo
fresco de uvas claras.
En tu recuerdo vuelan todavía
las aves que dibujan
tu nombre con las alas.
Vienes madre querida
cada noche cuando los malos
callan sus palabras.
La mesa está servida
desde entonces
tu huellas siguen frescas
en el alma.
No quiero flores muertas
en tu lecho
Que nadie habite ya
en esta casa
Que mi pena
la tiña el aguacero
con el verde de mar
de tu mirada
jueves, 29 de noviembre de 2007
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