Tu nombre se escribe
colocando
una letra tras otra
en el orden exacto
de las rosas.
Pero para llegar
de la primera
a la última
hay que recorrer
ternuras y simplezas
recuperar palabras
que perdimos andando
en caminos sembrados
de silencios.
Hay que recordar
pájaros y ríos
que nos abandonaron
en los arcos del tiempo.
Encender
las hogueras del deseo
hasta pintar de rojo
el horizonte
y escribirlo despacio
lentamente
como arrullando
un niño desvelado
en medio del invierno de la noche.
jueves, 29 de noviembre de 2007
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